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Muchos de los que se decidan a leer este post no llegarán a entenderlo; la gente que nos conoce o que ya nos ha honrado con su presencia más veces, sabrá apreciarlo, y la que no, siempre se podrá leer las columnas de “El Mundo”…
Sí, la foto es lo que es, vamos a hablar de Pressing catch (también del Légolas envejecido en una extraña boutique entre lo “Mad-Max” y “Una jaula de grillos” que tenéis a la izquierda), y para ello hay que aclarar un pequeño y simple concepto antes de meterse en faena: decir que el wrestling es falso, es tan cierto y tan absurdo al mismo tiempo como afirmar que lo que pasa en “Perdidos” en realidad no existe (por una vez esta frase en relación con esta serie no contiene ningún tipo de teorías conspiranoides).
Ver un combate de lucha libre no es más que asistir a un espectáculo circense, como un megashow de acróbatas con gente a su lado que se dedica a dirigirles por medio de un guión y en el que unos personajes son mejores actores que otros, tocándoles a veces hacer de bueno o de villano(aunque con la cara que tiene alguno, como para pedirle que le aporte nuevos o diferentes matices a su personaje…); una especie de serie de televisión cuasieterna (recordemos el término “TV show”, aplicable a lo que nosotros conocemos como series) que no hay que tomarse demasiado en serio y en la que, por mucho que se finjan los puñetazos o las patadas, si uno se cae desde unos cuantos metros (anda que no duele resbalarte simplemente de la barra del bar), se come una ostia como un mundo por muy acolchado que esté el suelo, sobre todo si tienes más de 40 tacos. Lo que pasa es que hablar de ello queda como “muy poco intelectual”, y supongo que has de verte 3 pelis seguidas de Haneke para volver a sentirte bien contigo mismo y no tener que darte de correazos; pues bien: creo que ambas cosas son compatibles, que “lo cultural” es un concepto subjetivo y que lo peor que podemos hacer es hacer caso a convencionalismos sociales de este tipo, vengan del lado que nos vengan (no, no todos son malos, algunos son peores), aunque alguno que otro siempre vamos a seguir, no nos vayamos ahora de neorebeldes. Además, qué coño, anda que no tiene su punto horterilla de descojone que tanto aplaudimos (y aplaudiremos) en este blog.
No es que yo sea un fan cegado o un incondicional del tema, pero desde que surgió el revival en Cuatro hace unos años, suelo acabar exándole un vistazo a su evento anual más importante y que este año celebraba su XXVI edición, Wrestlemania.
Y resalto la de este año por que se ha asisitido al enfrentamiento (por segundo año consecutivo) de dos de los históricos de la WWE, The Undertaker VS Shawn Michaels, mitos que han sobrepasado los límites del show, jugándose este último su retirada en caso de derrota. Obviamente, era todo un juego de guión para darle a Michaels (que lleva en activo más de 20 años) una despedida por todo lo alto, pero el tema es que “perdió”, y que ahora toca dejar el ring en la que parece ser el adiós definitivo (como en toda serie que se precie, ni siquiera la muerte es irrevocable).
Así que sobre el de la foto aun no siendo uno de los luchadores que más gracia me podía hacer, nadie que le haya visto en un capítulo puede negar que era un tipo con carisma alucinante (otra cosas son sus problemas con el vestuario) y que realmente tenía un concepto muy claro de lo que es un ESPECTÁCULO, de ahí esta entrada. Así que poco más, que los mitos de infancia siguen cayendo, y que quién sabe lo que nos deparará mañana (ojalá alguien retase a Emilio Aragón…). Buenas noches, Londres.
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