La historia de Hugh Glass (1780-1833) se puede considerar una odisea en su estado puro.
Hugh Glass podemos considerar lo como un prototipo de pionero Estadounidense en su máxima expresión. En 1823 Glass, se incorporó a una partida de caza hasta Fort Henry, que está en el suroeste de Montana. A mitad de camino tuvo la desgracia de encontrarse con un oso grizzly y sus dos crías. 
El oso lo atacó y a pesar de que sus compañeros acudieron a su ayuda, llegaron tarde y lo encontraron gravemente herido.
Sus compañeros pensaron que no sobreviviría, le hicieron una cama con una piel de búfalo para que estuviera comodo en sus últimos momentos en esta vida. Pero Hugh se aferraba a la vida, al día siguiente aun seguir con vida, y el jefe de la misión el comandante Andrew Henry, tomo la decision de seguir adelante, ya que el territorio en el cual se encontraba era de los indios Arikara, dejando a dos hombres cuidando a Hugh en sus últimas horas.
Tres días después de esto, los hombres que estaban cuidando de Hugh sufrieron un ataque de los indios, y después de repelerlos dieron por muerto a Hugh, llevando su cuchillo y su fusil.
Pero lo mas sorprende es que Hugh se terminó despertando, encontrándose solo y abandonado en medio del bosque, sin armas, rodeado de indios hostiles y con graves heridas en las piernas. Al verse en esa situación, y aquí viene lo increíble, decidió arrastrarse por el bosque hacía Fort Kiowa, la distancia que lo separaba del fuerte en ese momento era de unos 175 kilómetros, después de varios meses consiguió regresar a la civilización con vida.
Esta historia es otro claro ejemplo de que el ser humano es una maquina increíble, y que con suficiente determinación no hay nada imposible.
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