Hoy inauguro nueva sección el el blog; cierto es que tampoco es que haya hecho antes alguna, pero no es plan ponerse a admitir cierto tipo de cosas a estas alturas de la película.
El fin de semana es para salir y para beber; ¿descansar? Bueno, también, pero combinar las tres variables sería lo ideal. Y también para ponernos al día en esas serie de la que llevamos descargadas compradas previo religioso pago todas las temporadas emitidas y por emitir o vernos esa película que tenemos pendiente hace siglos desde que un trailer nos asaltó a traición en youtube.
Así que como el sofá y el dvd o el ordenador siempre suelen acabar haciendo bastante compañía en tardes más o menos resacosas, cada viernes comentaré una película cuyo visionado considero indispensable, tanto por la calidad del filme en sí o por su trascendencia en el tiempo, o simplemente porque algo tan mal hecho no deba ser pasado por alto sin transmitirse de generación en generación.
La verdad es que no pienso seguir ningún tipo de criterio más allá de que encaje con la temática y referentes que tocamos en aqueste blog, por lo que esperaos lo mismo que podéis esperar en cualquiera de mis post: neuras, neuras, neuras, opinión única y exclusivamente personal y poca, pero que muy poca, objetividad. Eso sí, intentaré no hablar demasiado no os vaya a destripar algo que pueda ser más o menos interesante a efectos de trama.
Y este fin de semana toca: “Tron” (no, no es una peli sobre yonkarras en la M30).
Pongámonos en situación; 1982, año en el que muere uno de los históricos talentos de la guitarra como fue Randy Rhoads, España hace uno de los mayores ridículos de su historia en la organización del mundial de fútbol y los ordenadores están aun a años luz del concepto de ordenador pesonal al que nos acostumbramos a finales de los 90. Y en esto que va la Disney (la verdad es que estos siempre han estado metidos en todo) y contrata a un tal Steven Lisberger, supongo que el equivalente canadiense no sindicado de Spielberg, para dirigir un cotarro multimedia en el que resaltaba un jovenzuelo (aunque menos de lo que podría parecer) llamado Jeff Bridges, interpretando a un programador que acaba siendo digitalizado dentro de una de las aplicaciones informáticas que había contribuido a crear; señores, imagínense esto en el 82.
La película no es ningún prodigio de guión o un duelo de talentos interpretativos, ni mucho menos, pero comienza a dar una idea de la posible influencia del mundo de los videojuegos y la informática y de las posibilidades que la aplicación de efectos especiales de nueva generación podrían suponer para el cine.
Además de ello, una vez conocido el argumento, no os sorprenderá el hecho de que hoy en día se haya convertido en uno de los referentes del mundo friki por excelencia, como demuestra la parodia de “Padre de familia” y el capítulo de Los Simpson en el que Homer se ve atrapado en otra dimensión cuando trataba de esconderse de las hermanas de su mujer (yo lo haría) y para describir el sitio en el que está dice: “¿alguien ha visto la película Tron?”, a lo que todos los vecinos que se habían congregado en su salón responden uno a uno que NO.
Y como no podía ser menos, en los tiempos de originalidad que corren, ya está previsto el estreno de una segunda parte, de la que podéis ver el trailer aquí, con un Jeff Bridges más “talludito”.
Así que nada más, que ya ha sido chapa suficiente; si decidís verla, perfecto para vosotros, y si no, más os vale emplear vuestro tiempo en algo productivo. Buenas Noches, Londres.
PD: ah, sí, el trailer…si es que no se debe trabajar los viernes por la tarde.
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